Frente a los ataques que está recibiendo la banca española en los mercados -que ayer se recrudecieron de nuevo-, la gran defensa del sector y de las autoridades es que el sector es sólido porque aprobó globalmente los test de estrés realizados en julio. El problema es que la banca irlandesa también aprobó las mismas pruebas, y aun así se ha hundido. De hecho, este colapso es lo que forzado al rescate del Estado.
"Si los bancos irlandeses aprobaron los test de estrés y después se han hundido de esta manera, es que los test no son fiables en absoluto, bien porque no fueron suficientemente exigentes, bien porque no se realizaron correctamente", plantea un experto en el sector financiero que pide mantenerse en el anonimato. Ya antes de la publicación de sus resultados, El Confidencial alertó de un acuerdo político para que la banca de todos los países saliera bien en la foto, incluyendo aquellos con más problemas como Irlanda.
En ese país sólo se sometieron a las pruebas dos entidades; se exigía que se analizara al 50% del sistema financiero, y los irlandeses dejaron fuera al banco con más problemas, el Anglo Irish Bank.
Los dos examinados fueron el Allied Irish Bank y el Bank of Ireland. Ambos superaron el estándar de un 6% de Tier I (ratio de capital que incluye acciones, reservas y preferentes) en un escenario económico muy negativo, aunque en el caso del primero se asumía una inyección de capital adicional de 7.400 millones de euros que debía captar en el mercado antes de fin de año o, en caso contrario, sería asumida por el Estado.
Pero es que, encima, el supervisor bancario del país introdujo supuestos más duros que los aplicados en el resto de Europa al estimar mayores pérdidas de crédito asociadas al 'banco malo' público que se iba a quedar con los activos tóxicos de las entidades (NAMA) y con el crédito promotor. Y aun así, aprobaban.
Es cierto que en España se examinó a la práctica totalidad del sistema financiero en un ejercicio de mayor transparencia que dio pie a que cinco de las siete entidades que suspendieron los tests fueran españolas (CatalunyaCaixa, Unnim, Caja Duero-España, Banca Cívica y CajaSur). Y es cierto que, de no ser por ese capital adicional, el Anglo Irish Bank habría suspendido; pero ahí la similitud con España es total, porque prácticamente todas las cajas que han recibido dinero del FROB habrían suspendido sin él.
Pero eso no cambia la historia: si los test de estrés fueron incapaces de detectar que la banca irlandesa estaba al borde del abismo, ¿cómo podemos tener la certeza de que no va a ocurrir lo mismo con la banca española? Además, algunas entidades, como el Banco Popular o banca Cívica, cuestionaron los resultados de las pruebas nada más conocerse, sembrando dudas sobre su fiabilidad.
El sector, el Gobierno y el Banco de España han tomado sus resultados como artículo de fe de la solvencia de nuestro sistema financiero (salvo las cinco excepciones citadas). Y durante unos cuantos meses, los mercados parecieron creerse el argumento y aflojaron su presión sobre nuestras entidades.
Pero esa tregua ha llegado a su fin con la nueva crisis de la deuda. Y la evidencia del fracaso de los test de estrés en Irlanda no hace sino incrementar las dudas sobre nuestra banca, que nunca ha dejado de estar bajo sospecha para los inversores internacionales por su extraordinaria exposición a la burbuja inmobiliaria y lo poco que su estallido ha impactado hasta ahora en las cuentas de bancos y cajas.
Hay una semejanza muy llamativa entre los test de estrés realizados en Irlanda y España: la valoración de los activos inmobiliarios y de la deuda pública en los escenarios adversos. Respecto a los primeros, el escenario adverso contemplaba una caída del precio de la vivienda del 17% en 2010 y del 5% adicional en 2011 para Irlanda, mientras que para España las asunciones eran bastante similares, aunque con un ajuste más lento: del 8,8% este año y del 15,2% el próximo
Después de la crisis de la deuda soberana de mayo, los tests incluyeron la posibilidad de un nuevo derrumbe de los bonos. En ambos casos, el haircut (o recorte de valoración) de las carteras de bonos en el balance de los bancos, en el peor escenario posible, era muy parecido: del 12,8% en 2011 para el bono irlandés y del 12% para el español.
En el primer caso, se ha cumplido. Es decir, aunque se trate de un escenario altamente improbable, como no se cansan de repetir nuestros banqueros y el gobernador Fernández Ordóñez, puede cumplirse igual que ha ocurrido en Irlanda.
"Si los bancos irlandeses aprobaron los test de estrés y después se han hundido de esta manera, es que los test no son fiables en absoluto, bien porque no fueron suficientemente exigentes, bien porque no se realizaron correctamente", plantea un experto en el sector financiero que pide mantenerse en el anonimato. Ya antes de la publicación de sus resultados, El Confidencial alertó de un acuerdo político para que la banca de todos los países saliera bien en la foto, incluyendo aquellos con más problemas como Irlanda.
En ese país sólo se sometieron a las pruebas dos entidades; se exigía que se analizara al 50% del sistema financiero, y los irlandeses dejaron fuera al banco con más problemas, el Anglo Irish Bank.
Los dos examinados fueron el Allied Irish Bank y el Bank of Ireland. Ambos superaron el estándar de un 6% de Tier I (ratio de capital que incluye acciones, reservas y preferentes) en un escenario económico muy negativo, aunque en el caso del primero se asumía una inyección de capital adicional de 7.400 millones de euros que debía captar en el mercado antes de fin de año o, en caso contrario, sería asumida por el Estado.
Pero es que, encima, el supervisor bancario del país introdujo supuestos más duros que los aplicados en el resto de Europa al estimar mayores pérdidas de crédito asociadas al 'banco malo' público que se iba a quedar con los activos tóxicos de las entidades (NAMA) y con el crédito promotor. Y aun así, aprobaban.
Es cierto que en España se examinó a la práctica totalidad del sistema financiero en un ejercicio de mayor transparencia que dio pie a que cinco de las siete entidades que suspendieron los tests fueran españolas (CatalunyaCaixa, Unnim, Caja Duero-España, Banca Cívica y CajaSur). Y es cierto que, de no ser por ese capital adicional, el Anglo Irish Bank habría suspendido; pero ahí la similitud con España es total, porque prácticamente todas las cajas que han recibido dinero del FROB habrían suspendido sin él.
Si no son fiables en Irlanda, ¿por qué sí en España?
Pero eso no cambia la historia: si los test de estrés fueron incapaces de detectar que la banca irlandesa estaba al borde del abismo, ¿cómo podemos tener la certeza de que no va a ocurrir lo mismo con la banca española? Además, algunas entidades, como el Banco Popular o banca Cívica, cuestionaron los resultados de las pruebas nada más conocerse, sembrando dudas sobre su fiabilidad.
El sector, el Gobierno y el Banco de España han tomado sus resultados como artículo de fe de la solvencia de nuestro sistema financiero (salvo las cinco excepciones citadas). Y durante unos cuantos meses, los mercados parecieron creerse el argumento y aflojaron su presión sobre nuestras entidades.
Pero esa tregua ha llegado a su fin con la nueva crisis de la deuda. Y la evidencia del fracaso de los test de estrés en Irlanda no hace sino incrementar las dudas sobre nuestra banca, que nunca ha dejado de estar bajo sospecha para los inversores internacionales por su extraordinaria exposición a la burbuja inmobiliaria y lo poco que su estallido ha impactado hasta ahora en las cuentas de bancos y cajas.
La valoración de la vivienda y los bonos nos aproxima a Irlanda
Hay una semejanza muy llamativa entre los test de estrés realizados en Irlanda y España: la valoración de los activos inmobiliarios y de la deuda pública en los escenarios adversos. Respecto a los primeros, el escenario adverso contemplaba una caída del precio de la vivienda del 17% en 2010 y del 5% adicional en 2011 para Irlanda, mientras que para España las asunciones eran bastante similares, aunque con un ajuste más lento: del 8,8% este año y del 15,2% el próximo
Después de la crisis de la deuda soberana de mayo, los tests incluyeron la posibilidad de un nuevo derrumbe de los bonos. En ambos casos, el haircut (o recorte de valoración) de las carteras de bonos en el balance de los bancos, en el peor escenario posible, era muy parecido: del 12,8% en 2011 para el bono irlandés y del 12% para el español.
En el primer caso, se ha cumplido. Es decir, aunque se trate de un escenario altamente improbable, como no se cansan de repetir nuestros banqueros y el gobernador Fernández Ordóñez, puede cumplirse igual que ha ocurrido en Irlanda.
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