<------- Dionisio Rodriguez Martin "El Dioni", atracador confeso y orgulloso de ello y futurible para la presidencia de la SGAE.
"Lo digo sobre todo porque, si Teddy B anda afónico, al menos el Dioni canta. Es un crack el tío. Ya en su momento el gran Sabina le dedicó memorable copla encomiástica. “¿Dónde-está-la-pasta?, clama el Dioni en su vibrante rock and roll, y también eso mismo se le puede preguntar a la Innombrable sociedad general. Cuando en el plató de Tele 5 aquel día, en vivo y a traición le desnudaron del peluquín, y así en grado máximo delante de todos le vejaron, por muy que en el mefítico guión acaso estuviera la cosa, sintió uno piedad hacia él. Pues ahora, Dioni, anda, tronco, échale otra vez un par y preséntate para presidir la Innombrable. Tienes ya el lema niquelao: “¿Dónde-está-la-pasta?”. Arrasas, tío, te lo digo yo.
A la postre el Dioni sólo a un banco le robó. Sí, un banco se hace bien odioso en las conciencias cuando cobra cruel comisión por las humanitarias transferencias de fondos para los pobres damnificados de Haití. Por cierto, lo mismito que pretendió la Innombrable sociedad, que de la mano rectora de Teddy B, quiso arramplarle el pellizco de su alcabala a un festival benéfico para haitianos deudos, o al de aquel niño enfermo, o a tantos otros.
A la postre el Dioni sólo a un banco le robó. Sí, un banco se hace bien odioso en las conciencias cuando cobra cruel comisión por las humanitarias transferencias de fondos para los pobres damnificados de Haití. Por cierto, lo mismito que pretendió la Innombrable sociedad, que de la mano rectora de Teddy B, quiso arramplarle el pellizco de su alcabala a un festival benéfico para haitianos deudos, o al de aquel niño enfermo, o a tantos otros.
Si el Dioni alcanzara la presidencia de la Innombrable, ya te digo, sin duda podría ésta recobrar una mejor imagen pública y, lo que es más importante, una naturaleza y una sustancia íntima más humanitaria y compasiva. “¿Dónde-está-la-pasta?”, eso, eso. Reza el espíritu fundacional de la muy honorable sociedad Innombrable, que es la suya una entidad, agárremonos,… sin ánimo de lucro. Arándanos, si lo llega a tener. Ya veremos si, por muy coleguitas que sean, hasta al mismo ZP no le pasan la factura por los arreglitos que el muy cuco le hizo al Deuteronomio el otro día. Cree uno que, visto el pastón en que se mueven los números de sus capitostes, la ausencia de lucro esa es una leyenda urbana más, de mayor calado incluso que las trolas de los boleros del Dioni. Quizás debiera el gran Sabina también, por aquello de ser ecuánime cronista del asfalto, levantar ya bravos versos cantábiles a Teddy y a su transilvánica estampa dedicados.
Y es que a veces la Innombrable proyecta la imagen invertida de los románticos bandoleros, como si fuera a los pobres a quienes gustara de acogotar sin tregua para sólo su pingüe medro. Como esos delincuentes compulsivos que incapaces de reprimir su pulsión delinquen una y otra vez, y que tanto gustan a las televisiones, a todo lo que se mueve dispara la Innombrable. Hagámosle a la Innombrable su peculiar lista de Schindler: tristes peluquerías de barrio, equipos de baloncesto mediopensionistas que han de renunciar a su himno, baruchos de malvivir, tunas que han de pasar la pandereta para los chupasangres, centros de jubilatas, festivales de discapacitados, escolares funciones de instituto, tiendas y restaurantes de barrio a punto de echar el cierre, contra los anarquistas, contra las radios en dificultades, contra los consumidores sin distinción. Hasta todos llega la larga mano de la Innombrable, que con armadura legal y batallón de picapleitos cuenta para sus atropellos. ¿Amagos de protestas? ¿Súplicas? Que paguen y punto, brama Teddy. Eso, que paguen, ¡y a mí la Guardia Civil!, corean Víctor Manuel y Ramoncín al alimón. Y queda terminantemente prohibido teclear en el google términos de latrocinio, no vaya a ser que broten ahí de golpe, como en mágico espejito, espejito, el nombre de la rosa y el esplendor afilado de sus espinas empaladoras.
¿No es por un casual, Mr ZP, explotar a quien con el sudor de su frente se afana cada día por llevar el jornal a su casa lo que la Innombrable hace? ¿Cómo entonces su acendrada sensibilidad social lo permite y alienta?
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