El anuncio de que las elecciones generales se celebrarán de manera anticipada el 20-N va a provocar numerosos movimientos entre los altos cargos del Gobierno del PSOE para intentar asegurarse un puesto en los próximos años, ante el posible triunfo del PP en los comicios.
Algunos ya comenzaron esos movimientos hace meses. Así, Carlos Ocaña dejó a primeros de junio la secretaria de Estado de Hacienda para dirigir la Fundación de las Cajas de Ahorro. Más recientemente, Bernardino León abandonó la Secretaría General de la Presidencia del Gobierno para ser el enviado especial de la UE para el Mediterráneo Sur y las revueltas árabes. Por su parte, la ex ministra y secretaria de Estado de Igualdad, Bibiana Aído, se las arregló para ser nombrada asesora de la directora de ONU-Mujeres, gracias a los cuantiosos fondos que aporta España a ese organismo. Además, el ex ministro de Asuntos Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, tras ser derrotado en su carrera hacia la FAO, busca ahora el puesto de enviado especial del secretario general de la ONU para Chipre.
El caso de Exteriores
Pero si hay algún Ministerio en el que la cercanía del fin de legislatura está provocando gran nerviosismo es el de Asuntos Exteriores. A la salida natural al extranjero de muchos diplomáticos que llevan tiempo en Madrid, se une la de buena parte de los cargos directivos del departamento que dirige Trinidad Jiménez con destino a una embajada. En algunos casos, esas salidas se producen tras ejercer responsabilidades durante un buen número de años en la sede central del Ministerio; en otros resulta evidente que la cercanía a la ministra ha sido decisiva para la designación de nuevos embajadores.
En cualquier caso, el aluvión de nombramientos ha puesto en alerta al PP, que cree que, a menos de cuatro meses de que se celebren elecciones generales, el Gobierno debería cesar en su política de nombrar nuevos embajadores, sobre todo en puestos de especial sensibilidad y en algunas grandes capitales. Los populares temen que si llegan al poder se encuentren atados de manos para hacer cambios a su gusto en algunas embajadas, ya que se daría una pésima imagen ante los países afectados si se cambiara el embajador sólo unos meses después de ser nombrado.
Pese a ello, en algunos sectores del PP aseguran que ese relevo se producirá en determinados casos y argumentan que el PSOE, cuando llegó al Gobierno en 2004, no fue especialmente generoso con la mayoría de los altos cargos de los ejecutivos de José María Aznar.
Politización
Las quejas del PP no sentaron nada bien a Trinidad Jiménez, que piensa que la responsabilidad en los nombramientos tiene que seguir siendo del Gobierno en ejercicio, pero lo cierto es que muchas de las solicitudes de plácets se han llevado con gran discreción intentando evitar filtraciones.
En medio de los dos grandes partidos, la mayoría de los diplomáticos no oculta su malestar por lo que consideran una excesiva politización de la Carrera Diplomática. Estiman que esa politización perjudica, sobre todo, a quienes no se muestran próximos ni al PSOE ni al PP y ven cómo se premia, por encima de los méritos profesionales, la adscripción partidista o el amiguismo.
La realidad es que, en pocos meses,se está produciendo la salida de la mayoría de los altos cargos del Ministerio con destino a distintas embajadas y el nombramiento de personas que podrían ocupar sus puestos como directores generales sólo medio año.
Así, por ejemplo, el «número tres» del departamento, Alfonso Lucini, director general de Política Exterior, acaba de ser nombrado embajador en Roma, y relevado por Santiago Cabanas, que era director general de Consulares desde hace poco tiempo.
Igualmente, el director general para Europa y América del Norte, Luis Felipe Fernández de la Peña, ha sido nombrado hace quince días embajador en Rusia, después de reclamar el plácet a Moscú con cierta urgencia. El hasta ahora embajador, Juan Antonio March, deberá dejar la Embajada el 1 de agosto, en pleno año dual con Rusia. Precisamente la persona que actuaba como embajador en misión especial para esa celebración, Juan José Herrera de la Muela, se ha ido a dirigir la Casa Asia. Este doble movimiento ha provocado cierto estupor en las autoridades rusas, que han llegado a preguntar a las españolas si han perdido interés en la celebración, porque aún están pendientes las visitas a España del presidente ruso, Dimitri Medvedev, y del primer ministro, Vladimir Putin.
Antes de que se anunciara el adelanto electoral, el director general para Iberoamérica, Juan Carlos Sánchez, tras ocho años en distintos puestos relacionados con una región que conoce muy bien, iba a ser nombrado por vez primera embajador, en este caso en Perú. Previamente, el actual titular en ese país, Javier Sandomingo, deberá ser designado delegado de la UE en Nicaragua. Casi al mismo tiempo, todos los subdirectores generales de Iberoamérica han solicitado destinos fuera de España.
La directora general para África durante los últimos tres años, Carmen de la Peña, iba a ser embajadora en Sudáfrica y su puesto sería ocupado por Lourdes Meléndez.
El único de los directores políticos que no tenía prevista su salida es el del Mediterráneo y Oriente Próximo, Juan González Barba, que lleva en el cargo sólo desde mediados de octubre del pasado año y que está teniendo que trabajar con intensidad con motivo de las revueltas en el mundo árabe. Para uno de sus colaboradores, el subdirector general para el Magreb, Pedro Villena, un experimentado diplomático, se ha pedido el plácet como embajador en Irán.
Más sorpresa que estos nombramientos ha causado en los medios diplomáticos el del director del Gabinete de la ministra, Jaume Segura, quien tras ocho meses en el cargo, ha sido nombrado embajador en la República Dominicana. También el director adjunto, Álvaro Albacete, que ya fue asesor de Miguel Ángel Moratinos, ha sido nombrado embajador en misión especial para las relaciones con las comunidades judías y es el nuevo director de Casa Sefarad.
(fuente: ABC.ES )
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